Paradigmas en discapacidad – Lic. María Adelaida Comte Challú

Recorrido histórico del paradigma de la discapacidad y sus prácticas:

Desde la antigüedad, el tema de la discapacidad, así como las estrategias de atención a las personas con discapacidad han sido abordadas desde distintos paradigmas o modelos.

Haré un recorrido histórico del cambio en el paradigma de la discapacidad y con ella el modo de afrontar sus prácticas.

Se pueden reconocer tres grandes modelos:

  1. El modelo de la prescindencia:

Durante la antigüedad y la edad media la actitud hacia la discapacidad era la prescindencia. Ya sea por haber recibido un castigo de los dioses o por considerarse que las personas con discapacidad no tenían nada que aportar a la comunidad, se asumía que sus vidas carecían de sentido y que, por lo tanto, no valía la pena que vivieran.

Las causas de la discapacidad eran religiosas: por el pecado o por advertencia divina. Por otro lado, la persona con discapacidad no tenia nada que aportar a la sociedad, era considerado un ser improductivo y por consiguiente se transformaba en una carga para la familia y la comunidad.

A raíz de la condición de castigados e innecesarios, surgieron dos consecuencias que dieron origen a dos submodelos. El eugenésico y el de la marginación. En el eugenésico, más propio del mundo antiguo, la solución estaba enfocada en la eliminación del niño con discapacidad dándole muerte. Mientras que, en el modelo de marginación, característico de la Edad Media, la solución consistía en la separación o el alejamiento de la persona de su núcleo social. El modelo de la marginación fue introducido por el cristianismo ya que condenaba el infanticidio. Por eso proliferaron los asilos y hospitales donde los niños con discapacidad eran abandonados.

A partir de este submodelo, y especialmente durante los primeros siglos del cristianismo, las personas con discapacidad, aún que marginales, cumplen un rol en la sociedad: ser mendigos para que los ricos puedan dar limosnas y así alcanzar la salvación. Sin embargo, en la Edad Media y a raíz de la peste negra, son asociadas a la pobreza y contagio lo que acababa por convertir a la marginación en una verdadera exclusión.

  1. El modelo médico o rehabilitador:

A principios del siglo XX, a raíz de la primera guerra mundial y de la introducción de las primeras legislaciones en torno a la seguridad social, el concepto de discapacidad sufre un cambio de paradigma.

Los veteranos de guerra y el auge de las leyes laborales fueron los responsables de este cambio. Los impedimentos físicos y mentales comenzaron a entenderse como enfermedades que podían recibir tratamientos, por lo que ya no era necesario la marginación de la sociedad.

Los presupuestos sobre los que se basa este paradigma son dos:  las causas de la discapacidad son científicas y las personas siempre que puedan ser rehabilitadas pueden tener algo que aportar a la comunidad. Así al cambiar las causas, cambian su concepción y tratamiento: si la deficiencia biológica tiene causa científica, la discapacidad puede ser curada y prevenida.

Entonces el objetivo del modelo médico es curar o modificar su conducta para esconder la diferencia y así poder reincorporarla a la sociedad.  El tratamiento se realizaba en una institución especializada, pero esto termina transformándose en causa de marginación y maltrato. Este modelo contribuye a la creación de una identidad en la que la persona se define por su enfermedad.  Por eso se los llamaba “discapacitado”, “invalido”, “minusválido” “subnormal”, “especial”. Aquellas formas de nombrarlos se sostienen hoy en día. De hecho, suele verse en los medios de comunicación: “discapacitados” en políticas sociales, “pensión para discapacitados”, en los medios de transporte “transporte para discapacitados”. Al nombrarlos de esta forma se termina haciendo hincapié en la limitación y no en la totalidad de su persona. Una terminología correcta sería “persona con discapacidad”.

La persona con discapacidad es estigmatizada por una relación en la que lo médico está sobre el paciente y en la que la inserción social esta supeditada a la rehabilitación.

Sin embargo, ese modelo tuvo buenos aportes. Con la idea de la rehabilitación emerge la posibilidad del trabajo protegido, ya que los Estados comienzan a hacerse cargo de quienes poseen diversidades funcionales. Surgen las políticas publicas tendientes a poner los tratamientos médicos y los medios técnicos al servicio de las personas con discapacidad. Es decir que la vida de la persona con discapacidad, aunque este supeditada a la rehabilitación, adquiere sentido.

La concepción médica rehabilitadora de la discapacidad tiene un concepto de la discapacidad que se apoya en la definición utilizada por la OMS que considera a la persona con discapacidad como objeto pasivo de intervención, tratamiento y rehabilitación, generando consecuencias opresivas para las personas al reducir la discapacidad a un estado estático y así violar sus componentes experienciales y situacionales.

Como efecto de esta concepción, desde el punto de vista político y jurídico la discapacidad se enmarca en la legislación de asistencia y la seguridad social, o como parte de cuestiones de derecho civil relacionadas a la menor capacidad, la incapacitación o la tutela.

  1. Modelo social:

Tiene sus orígenes en el movimiento de vida independiente que nació en Estados Unidos a finales de 1960. Este movimiento difundió la idea de que la independencia está dada por dirigir el destino de la propia vida y abandonando la idea de la independencia como la capacidad de ser autónomo en los quehaceres cotidianos.

Así fue como se fue trasladando el foco de lo individual a lo social. En lugar de pensar la discapacidad como una carencia de la persona que se debe remediar para lograr la inserción, se pasa a mirar las diferencias como un producto social, resultado de las interacciones entre el individuo y un entorno que no fue concebido para él.

Si las causas de la discapacidad son sociales, las soluciones deben estar dirigidas a la sociedad y no solamente a la persona concreta afectada. Por eso el énfasis se asienta sobre la rehabilitación de la sociedad que ha de ser concebida y diseñada para hacer frente a las necesidades de todas las personas, gestionando las diferencias e integrando la diversidad.

Para este modelo las causas de la discapacidad son sociales:  son las limitaciones de la propia sociedad que no es capaz de asegurar que las necesidades de las personas con discapacidad sean tenidas en cuenta dentro de la organización social. Por otro lado, la persona con discapacidad tiene tanto que aportar a la sociedad como aquellas que no lo son. Partiendo de la premisa de que toda vida humana es igualmente digna, se sostiene que lo que puedan aportar estas personas se encuentra íntimamente relacionado con la inclusión y la aceptación de la diferencia.

Los efectos prácticos de este modelo son que los medios de subsistencia de las personas con discapacidad son la seguridad social y el empleo ordinario. Y que la discapacidad comienza a verse como una cuestión de derechos humanos. Esto significa que la persona ya no es objeto de políticas asistencialistas sino sujeto de derecho.

Los supuestos básicos de este modelo son: toda vida humana, con independencia de la naturaleza o complejidad de la diversidad funcional que lo afecte, goza de igual valor en dignidad. Todas las personas deben tener la posibilidad de tomar decisiones que le afecten a lo que atañe a su desarrollo como sujeto moral. Esta idea de independencia es considerada como la capacidad de autocontrol y toma de decisiones de la propia vida, más que la realización de actividades sin necesidad de ayuda. Las personas con diversidad funcional gozan del derecho a participar plenamente en todas las actividades: económicas, políticas, sociales y culturales del mismo modo que las personas sin discapacidad.

Durante la primera etapa entre 1970 y 1980 se produjo un gran avance en la desinstitucionalización y el movimiento de defensa de los derechos civiles. Además, se desarrolló un enfoque centrado en el potencial de aprendizaje y en el comportamiento adaptativo de las personas con discapacidad. Todo esto trajo como resultado avances en la integración social en la educación, en la formación profesional y empleo y en la vivienda y participación social.

A mediados de 1980 hasta la actualidad se esta experimentando una nueva concepción de la discapacidad con un énfasis y enfoque ecológico (que tiene en cuenta a la persona y su ambiente) y por la provisión de apoyos individualizados en entornos comunitarios inclusivos.

Es en estos años cuando surge el concepto de calidad de vida que integra todas las propuestas de cambio de paradigmas sobre la discapacidad y también proporciona un medio para aplicar este cambio en las políticas públicas y en las prácticas profesionales.

Un documento que introdujo una nueva perspectiva en el abordaje de la discapacidad fue la convención de derechos de las personas con discapacidad (CDPCD) del año 2006 de las Naciones Unidas

La CDPCD establece que “la discapacidad es un concepto que evoluciona y resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones que los demás”[1] además de reconocer “el valor de las contribuciones que realizan y pueden realizar las personas con discapacidad al bienestar general y a la diversidad de sus comunidades” [2]

Es por eso por lo que se pueden encontrar muchas coincidencias entre el modelo social y la CDPCD: dignidad de la persona humana, autonomía (entendida como la facultad para tomar decisiones) y accesibilidad (entendida como posibilidad de participar en todos los espacios de la comunidad)

Con la CDPCD el tema de discapacidad pasa a ser considerado un asunto de derechos humanos.

Dentro de este paradigma, se defiende el derecho de las personas con discapacidad a establecer relaciones interpersonales y de convertirse en personas social y económicamente activas.  Será cuestión de la sociedad de organizarse para eliminar las barreras físicas y actitudinales, de manera que el efecto de las deficiencias no vaya más allá del ámbito fisiológico de la persona.

Esta visión toma en cuenta las barreras del entorno que limitan o impiden la participación real de las personas con discapacidad en diversos ámbitos, como el educativo, laboral, político, entre otros

Así las personas con discapacidad dejan de ser definidas por la mera portación de una limitación para definirse como “aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo, que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás” [3]

Este modelo social se encuentra en desarrollo y sus planteos aun no han finalizado. Es necesaria una integración de las perspectivas tanto médicas como psicológicas y sociales.

La mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad es un asunto de todos. Hay que desarrollar una sociedad inclusiva que aprecie y reconozca las aportaciones a la sociedad de todos los individuos y que incorpore la diversidad de manera natural.

La psicología de la discapacidad, además de contribuir al conocimiento científico, puede integrar y dar coherencia a los avances de las distintas áreas de la psicología. Todo ello sin perder de vista la finalidad de mejorar la calidad de vida de los individuos y los derechos de las personas y su defensa.

¿Qué sucede en nuestro país?

En nuestro país podemos ver como tres modelos interactúan hoy en día.   La ley 23.431, llamada Ley de Sistema de Protección Integral de los discapacitados, promulgada en 1981 con el objetivo de otorgar a las personas con discapacidad atención médica, educación y seguridad social. Esta ley si bien tiene en cuenta el ambiente, su definición de discapacidad se centra en el modelo médico. “se considera discapacitada a toda persona que padezca una alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que con relación a su edad y medio social implique desventajas considerables para su integración familiar, social, educacional, o laboral.”[4]

Cabe preguntarse si antes de 1981 el modelo reinante en cuestiones de discapacidad sería el modelo de la prescindencia ya que no se ha encontrado legislación al respecto.

La ley 24901, ley de sistema de prestaciones básicas en habilitación y rehabilitación integral a favor de las personas con discapacidad, fue sancionada en 1997. Esta es una ley enmarcada en el modelo médico si bien comienzan a verse las influencias del modelo social ya que declara “un sistema de prestaciones básicas de atención integral a favor de las personas con discapacidad, contemplando acciones de prevención, asistencia, promoción y protección con el objetivo de brindarles una mayor cobertura integral a sus necesidades y requerimientos” [5]

En el año 2008, la ley 26378 aprueba la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y su protocolo facultativo, aprobados mediante resolución de la asamblea general de Naciones Unidas. Esta ley corresponde al modelo social actual.

Por otro lado, en el ámbito escolar, también coexisten distintos modelos.

Del modelo médico aún existen las escuelas especiales (1853), centradas en el déficit, y en donde se pretende educar para homogenizar. Así como también las escuelas de recuperación (1924) para evitar la repitencia y la deserción escolar. En otros ámbitos aparecen los Centros Educativos Terapéuticos.

Del modelo social, aparece el modelo educativo integrador (1960-1980): con este modelo aparece la terminología de necesidades educativas especiales. Y en el 2002, comienza a imponerse el modelo educativo inclusivo que termina de consolidarse después del 2006 con la CDPCD y la ley nacional de educación.

Es importante tener en cuenta que los avances en la concepción y medida de la calidad de vida así como en el desarrollo de la autodeterminación de las personas con discapacidad, es una de las líneas de mayor relevancia actual en Europa. Con ellas se avanza directamente en la definición de las actividades y apoyos para cada individuo, contribuyendo a modificar el rol desempeñado por las personas con discapacidad hacia un mayor control de sus propias vidas. Este modelo propuesto por Miguel Verdugo Alonso y Robert Schalock en el año 2000 aún tiene poca divulgación en Argentina, ya que los modelos preponderantes continúan siendo el modelo médico y el modelo social de los primeros comienzos en donde se busca la inclusión, pero aun cuesta la integración en una sociedad donde todos puedan ser socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.

BIBILOGRAFIA:

Guzmán, Francisco; Toboso, Mario y Romañach, Javier (2010): fundamentos éticos para la promoción de la autonomía y la interdependencia: a la erradicación de la dependencia.

ONU (2006): Discapacidad. Instrumento de ratificación de la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad.

Palacios, Agustina y Bariffi, Francisco (2007) La discapacidad como cuestión de derechos humanos: una aproximación a la convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad.

Palacios, Agustina (2008) el modelo social de la discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la convención internacional de los derechos de las personas con discapacidad.

Velarde Lizama, Valentina (2011): los modelos de la discapacidad: un recorrido histórico.

Ley 23.431 Ley de Sistema de Protección Integral de los discapacitados, 1981.

La ley 24901, ley de sistema de prestaciones básicas en habilitación y rehabilitación integral a favor de las personas con discapacidad, 1997.

[1] ONU (2006) preámbulo E.

[2] ONU (2006) preámbulo M.

[3] ONU (2006) Convención de derechos para personas con discapacidad, articulo 1

[4] Ley 22431, articulo 2

[5] Ley24901, articulo 1

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